miércoles, 24 de febrero de 2010

Miguel Hernández: Canción del esposo soldado

Miguel es un hombre de casa; su pensamiento está siempre con los suyos, su esposa y el hijo que esta lleva en su vientre. Hasta el campo de batalla es lugar para detenerse un momento y tomar el lápiz. La evocación de su esposa da sentido a estos versos. Y lo que da sentido a su actividad militar es la lucha por la libertad y por el amor.



He poblado tu vientre de amor y sementera,
he prolongado el eco de sangre a que respondo
y espero sobre el surco como el arado espera:
he llegado hasta el fondo.

Morena de altas torres, alta luz y ojos altos,
esposa de mi piel, gran trago de mi vida,
tus pechos locos crecen hacia mí dando saltos
de cierva concebida.

Ya me parece que eres un cristal delicado,
temo que te me rompas al más leve tropiezo,
y a reforzar tus venas con mi piel de soldado
fuera como el cerezo.

Espejo de mi carne, sustento de mis alas,
te doy vida en la muerte que me dan y no tomo.
Mujer, mujer, te quiero cercado por las balas,
ansiado por el plomo.

Sobre los ataúdes feroces en acecho,
sobre los mismos muertos sin remedio y sin fosa
te quiero, y te quisiera besar con todo el pecho
hasta en el polvo, esposa.

Cuando junto a los campos de combate te piensa
mi frente que no enfría ni aplaca tu figura,
te acercas hacia mí como una boca inmensa
de hambrienta dentadura.

Escríbeme a la lucha, siénteme en la trinchera:
aquí con el fusil tu nombre evoco y fijo,
y defiendo tu vientre de pobre que me espera,
y defiendo tu hijo.

Nacerá nuestro hijo con el puño cerrado
envuelto en un clamor de victoria y guitarras,
y dejaré a tu puerta mi vida de soldado
sin colmillos ni garras.

Es preciso matar para seguir viviendo.
Un día iré a la sombra de tu pelo lejano,
y dormiré en la sábana de almidón y de estruendo
cosida por tu mano.

Tus piernas implacables al parto van derechas,
y tu implacable boca de labios indomables,
y ante mi soledad de explosiones y brechas
recorres un camino de besos implacables.

Para el hijo será la paz que estoy forjando.
Y al fin en un océano de irremediables huesos
tu corazón y el mío naufragarán, quedando
una mujer y un hombre gastados por los besos.

Mira el corto realizado por Gutiérrez Aragón con imágenes de la Guerra Civil, captadas por los rusos, con la voz de Serrat cantando esta canción.

lunes, 22 de febrero de 2010

Miguel Hernández: las abarcas desiertas

Os dejo hoy este poema de Miguel Hernández lleno de la ternura dramática de un niño por el que la infancia casi que pasó de puntillas; tanto es así que ni los Reyes Magos pasaron por su ventana infantil.



Por el cinco de enero,
cada enero ponía
mi calzado cabrero
a la ventana fría.

Y encontraban los días
que derriban las puertas,
mis abarcas vacías,
mis abarcas desiertas.

Nunca tuve zapatos,
ni trajes, ni palabras:
siempre tuve regatos,
siempre penas y cabras.

Me vistió la pobreza,
me lamió el cuerpo el río
y del pie a la cabeza
pasto fui del rocío.

Por el cinco de enero,
para el seis, yo quería
que fuera el mundo entero
una juguetería.

Y al andar la alborada
removiendo las huertas,
mis abarcas sin nada,
mis abarcas desiertas.

Ningún rey coronado
tuvo pie, tuvo gana
para ver el calzado
de mi pobre ventana.

Toda gente de trono,
toda gente de botas
se rió con encono
de mis abarcas rotas.

Rabié de llanto, hasta
cubrir de sal mi piel,
por un mundo de pasta
y unos hombres de miel.

Por el cinco de enero
de la majada mía
mi calzado cabrero
a la escarcha salía.

Y hacia el seis, mis miradas
hallaban en sus puertas
mis abarcas heladas,
mis abarcas desiertas.

Puedes ver este poema en versión ilustrada en Youtube.

viernes, 19 de febrero de 2010

Antonio Machado: A un olmo seco

Antonio Machado siente que su alma está desconsolada, pero observa un olmo centenario, ya seco, al que le han brotado algunas hojas. Eso le da pie a confiar en que la primavera también traiga el consuelo a su interior, y devuelva la salud a Leonor.

jueves, 18 de febrero de 2010

Miguel Hernández, no culpable


Hoy puede leerse en la prensa nacional que el Gobierno español va a exonerar a Miguel Hernández de todos los cargos por los que estuvo sojuzgado y fue preso tras la Guerra Civil.
¡Qué estupidez!... No que le retiren los cargos, sino que los seres humanos seamos tan imbéciles como para condenar a nadie por pensar de una manera diferente. Y muchos años más tarde de su muerte tener que rehabilitarlo... Bueno, algo es algo.
¿De qué fue culpable? De ser cabrero y tener tesón y, a pesar de las dificultades, leer y leer para aspirar a dedicarse a un oficio tan extraordinario como el de escritor, el de poeta. Y ese menester le dio la posibilidad de reflexionar en voz alta, y conocerse, y conocer al ser humano en sus raíces más íntimas. Observó lo que le rodeaba y denunció lo que no le gustaba. Pensó que el hombre era digno y merecedor de un mejor destino. La situación española no estaba precisamente para tirar cohetes.
Para muestra, un botoncito (condensación en la expresión):
Por una senda van los hortelanos,
que es la sagrada hora del regreso,
con la sangre injuriada por el peso
de inviernos, primaveras y veranos.

Vienen de los esfuerzos sobrehumanos
y van a la canción, y van al beso,
y van dejando por el aire impreso
un olor de herramientas y de manos.

Por otra senda yo, por otra senda
que no conduce al beso aunque es la hora,
sino que merodea sin destino.

Bajo su frente trágica y tremenda,
un toro solo en la ribera llora
olvidando que es toro y masculino.
La Elegía que dedicó a su amigo Ramón Sijé es un ejemplo de emoción sincera.

Escucha cómo era el poeta en la voz de su propia esposa, Josefina Manresa.

Una exposición en la Biblioteca Nacional, la publicación de sus obras completas, conciertos y un congreso internacional son las principales actividades programadas para conmemorar el centenario del nacimiento del poeta Miguel Hernández, ha informado hoy el Ministerio de la Presidencia.
Joan Manuel Serrat iniciará el próximo 27 de marzo en Elche (Alicante) su gira internacional Hijo de la luz y de la sombra, acto central de las actividades organizadas con motivo del centenario de Miguel Hernández.

La huella viajera de Miguel Hernández.

El catedrático Eutimio Martín publica una polémica biografía del poeta alicantino.

Reclusos recuerdan al poeta que pasó por la misma cárcel.
El centro penitenciario de Murcia se ha unido esta semana a los múltiples homenajes que este año se organizan en torno a la obra de Miguel Hernández, y para ello una veintena de presos se ha subido a un escenario para recorrer la biografía del poeta de Orihuela.

Especial de Babelia dedicado al poeta oriolano. Fotogalería.

Especial en Babelia dedicado al nuevo disco de Serrat dedicado al poeta.

lunes, 15 de febrero de 2010

Vampire baby, de María Pizarro

Se publica hoy aquí un muy interesante relato de vuestra compañera María Pizarro, una historia bien construida. Tiene madera de narradora, de buena narradora:


viernes, 12 de febrero de 2010

¿Por qué el día de san Valentín?


Como ocurre con casi todas las festividades de carácter religioso de nuestro calendario, tenemos que mirar a fiestas paganas para entender por qué celebramos lo que celebramos.
En el caso que nos ocupa, tenemos que mirar a la Roma antigua, a unas celebraciones dedicadas a un fauno. Era la Fiesta de las Lupercales.

Así se llamaban en la antigua Roma a unas fiestas que se celebraban el día 15 de febrero. Fueron instituidas por Evandro el arcadio en honor de Pan Liceo (también llamado Fauno Luperco). En la Roma arcaica se daba un fenómeno religioso: la prostitución sagrada de las mujeres que tenía lugar en el Ara Máxima, todo ello asociado con las fiestas lupercales.

Los lupercos debían ser en su origen adolescentes que sobrevivían de la caza y el merodeo en el bosque durante el tiempo de su iniciación en la edad adulta. Era un tiempo sagrado y transitorio en que se comportaban como lobos humanos.

Se celebraban en la gruta llamada Lupercal, (que más tarde se llamó Ruminal en honor a Remo), situada en el monte Palatino que era el lugar donde la tradición aseguraba que una loba había amamantado a los gemelos Rómulo y Remo. Los festejos estaban dedicados al dios pastoril Luperco, que era una deidad muy antigua de los ítalos.

Comenzaba la fiesta con una ceremonia oficiada por un sacerdote en la que se sacrificaba una cabra. Después, ese mismo sacerdote tocaba la frente de los lupercos con el cuchillo teñido con la sangre del animal y a continuación borraba la mancha con un mechón de lana impregnada en leche del mismo animal. Éste era el momento en que los lupercos prorrumpían en una carcajada de ritual.

A continuación, se formaba una procesión con los lupercos desnudos, que llevaban unas correas (februa) hechas con la piel de la cabra recién inmolada, y con ellas azotaban a las mujeres que encontraban por el camino, como ritual para hacerlas fecundas.

El origen de esta fiesta está en una leyenda según la cual durante el reinado de Rómulo y Remo, las mujeres de Roma quedaron estériles. Se consultó a la diosa Jano, quien respondió diciendo que la solución era ser "fecundadas por un macho cabrío velludo". Los februa simbolizan el falo, y el acto de golpear con ellos a las mujeres, la fertilización. Para aumentar la misma, algunas mujeres se cubrían de púrpura, que además era el color que representaba a las prostitutas sagradas de los luperci (las lupas o lobas) y ejercían sus actividades en el Ara Máxima. De ahí, el color rojo que caracteriza esta costumbre. Bien es verdad que el rojo es símbolo de pasión amorosa, o simplemente de amor.

Otro de los ritos más esperados de la Lupercalia era la lotería de mujeres. Consistía en introducir en una caja tarjetas con el nombre de las adolescentes y hacer que los muchachos metieran la mano en el cajón y sacaran la tarjeta con el nombre de la que, de ahí en adelante, sería su compañera a lo largo del año. Normalmente esas parejas de prueba terminaban en matrimonio.

En aquel tiempo gobernaba Claudio II, un déspota emperador romano que desató una de las más duras persecuciones contra los cristianos. Claudio sostenía que los cristianos no debían casarse entre sí y decretó que a los que contrajeran matrimonio les correspondería la pena de muerte.

Valentín era un obispo cristiano que casaba a las parejas en secreto. Cuando lo descubrieron, fue detenido, torturado y fue ejecutado el 14 de Febrero.

Esta festividad fue prohibida por el Papa Gelasio I en el año 494, y se sutituyó por la celebración de la Candelaria, que se centraba en la idea de la purificación y obviaba la parte de la fertilidad.

jueves, 4 de febrero de 2010

Vicente Aleixandre: El último amor

¡Qué extraordinario poema de amor, o de desamor, este de Aleixandre! Es maravilloso.



I
Amor mío, amor mío,
Y la palabra suena en el vacío. Y se está solo.
Y acaba de irse aquella que nos quería. Acaba de
salir. Acabamos de oír cerrarse la puerta.
Todavía nuestros brazos están tendidos. Y la voz
se queja en la garganta.
Amor mío...
Cállate. Vuelve sobre tus pasos. Cierra despacio
la puerta, si es que no quedó bien cerrada.
Regrésate.
Siéntate ahí, y descansa.
No, no oigas el ruido de la calle. No vuelve. No
puede volver.
Se ha marchado, y estás solo.
No levantes los ojos para mirarlo todo, como si en
todo aún estuviera.
Se está haciendo de noche.
Ponte así: tu rostro en tu mano.
Apóyate. Descansa.
Te envuelve dulcemente la oscuridad, y
lentamente te borra.
Todavía respiras. Duerme.
Duerme si puedes. Duermes poquito a poco, deshaciéndote,
desliéndote en la noche que poco a poco te anega.

¿No oyes? No, ya no oyes. El puro
silencio eres tú, oh dormido, oh abandonado,
oh solitario.
¡Oh, si yo pudiera hacer
que nunca más despertases!

II

Las palabras del abandono. Las de la amargura.

Yo mismo, sí, yo y no otro.
Yo las oí. Sonaban como las demás. Daban el mismo
sonido.
Las decían los mismos labios, que hacían el mismo
movimiento.
Pero no se las podía oír igual. Porque significan:
las palabras
significan. Ay, si las palabras fuesen sólo un suave
sonido,
y cerrando los ojos se pudiese escuchar en el sueño...
yo las oí. Y su sonido final fue como el de una
llave que se cierra.
Como un portazo.
Las oí, y quedé mudo.
Y oí los pasos que se alejaron.
Volví, y me senté. Silenciosamente
cerré la puerta yo mismo, sin ruido.
Y me senté. Sin sollozo.
Sereno, mientras la noche empezaba.
La noche larga. Y apoyé mi cabeza en mi mano.
Y dije...

Pero no dije nada. Moví mis labios. Suavemente,
Suavísimamente.
Y dibujé todavía
el último gesto, ese
que yo ya nunca repetiría.

III

Porque era el último amor. ¿No lo sabes?
Era el último. Duérmete. Calla.
Era el último amor...
Y es de noche.

miércoles, 3 de febrero de 2010

Un viaje por la locura (Santiago Heredia)

La editorial virtual (Las llaves de la Literatura) del Departamento de Lengua del IES Pablo Neruda sigue fomentando la creación literaria entre los estudiantes. Se publica hoy aquí un muy interesante relato de vuestro compañero Santiago Heredia, que nos habla de las difíciles fronteras entre la realidad y lo que no lo es. Merece una lectura atenta.

Un Viaje Por La Locura