Gabriela Mistral expresa en estos versos el rechazo del amor humano, puesto que lo que se pretende es el amor divino. Ella no quiere que el hombre la toque siquiera porque la muerte está acechando en un futuro incierto. Su pretensión es un amor más allá de lo carnal, de lo sexual. Se trata de una aspiración a Dios, en última instancia.
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