En La dama del perrito, como en tantos cuentos del autor, no pasa casi nada, apenas una anodina aventura entre dos veraneantes burgueses, una insulsa historia sobre un adulterio con personajes comunes e incluso aburridos; no hay buenos ni malos, ni golpes de efecto, ni sorpresa al final. Chéjov no se detiene a describir con detalle los acontecimientos que forman la historia, sino que la va construyendo a base de pequeños detalles intrascendentes; anécdotas sin relación aparente con el hilo principal de la narración que poco a poco van completando un puzzle de una fuerza y una densidad inesperadas. En tan solo unas pocas páginas, Chéjov condensa tantos sentimientos, tantos conflictos, tanta humanidad que el desarrollo del argumento y su desenlace quedan en segundo plano.
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