Como tantísimos príncipes y princesas de los cuentos, la princesa de éste también estaba
mortalmente triste, había perdido su risa y languidecía —hora tras hora— sin que nadie en el palacio supiera qué hacer para remediar ese mal.
Los hombres aprenden mientras enseñan (Séneca)
Como tantísimos príncipes y princesas de los cuentos, la princesa de éste también estaba
mortalmente triste, había perdido su risa y languidecía —hora tras hora— sin que nadie en el palacio supiera qué hacer para remediar ese mal.
Dejamos encima del mar marchitarse la luna.
Este relato cuenta qué hace por las noches un soldado herido que tiene como acompañante a su ordenanza. Lucha contra el sueño porque lo teme, pues una vez fue herido de noche y creyó que su alma escaparía del cuerpo. Oye los ruidos de los gusanos de seda, recuerda sus días de pesca, alguna escena vivida en la casa de sus padres. Y se enfrenta al momento en que la conciencia se desvanece para dejar paso al sueño, a ese lugar y ese mundo en el que es fácil perderse, en el que todo cambia, tiene otras leyes diferentes y puede convertirnos en pájaro, en pez, en río; ese mundo en el que todo es una misma cosa que quizá somos nosotros mismos. Y el escritor realista que era Hemingway plantea sugerencias significativas sin abandonar su territorio, juega con las repeticiones y escudriña en la otra orilla sin dejar nunca de pisar esta.
El poema expresa claramente la vida del ser humano viviendo tras la realidad de algunos fenómenos de tipo sentimental, pero sin embargo sigue en la constante lucha de seguir su camino.