domingo, 15 de junio de 2008

Tomar las de Villadiego


Comenzamos con esta expresión popular un nueva serie, la de la explicación del origen de ciertos dichos que caracterizan a la lengua española, o mejor, a la sabiduría de la gente sencilla.
Se dice que alguien "ha tomado las de Villadiego" cuando se va de forma inesperada, sobre todo cuando huye de algún peligro o abandona precipitadamente su casa para no sufrir un daño.
Cervantes relaciona esta expresión con otra de significado parecido, "poner pies en polvorosa":
Soy Sancho Panza escude-
del manchego don Quijo-
pues pies en polvoro-
por vivir a lo discre-
que el tácito Villadie-
toda su razón de esta-
cifró en una retira-
según siente Celesti-
libro en mi opinión divi-
si encubriera más lo huma-
En el Tesoro de la lengua castellana, Covarrubias lo registra en la palabra 'calças': "el abrigo de las piernas, del nombre latino caliga, a calce vel a conligando, porque las calças antiguas eran unas vendas que se rodeaban al tobillo y pantorrilla. Tomar las calças de Villadiego vale huir más que de paso. Está autorizado este refrán por el autor de La Celestina, y no consta de su origen; mas de que en Villadiego se devió de ver en algún aprieto y no le dieron lugar a que se calzase, y con ellas en la mano se fue huyendo."
En efecto, en el auto XII de La Celestina se habla de la utilidad de las calzas (pantalones que no bajaban de la rodilla) de Villadiego: “Apercíbete a la primera voz que oyeres a tomar calzas de Villadiego”.
Villadiego es un municipio de la provincia de Burgos que tenía el privilegio, concedido por Fernando III a los judíos, que ordenaba que estos tuviesen el fuero que tenían otros judíos de su reino, y prohibía que los prendiesen, y señaló penas para los que no cumplieran ese fuero.
Los judíos estaban obligados a llevar un distintivo por el que se reconociese a simple vista a aquellas personas que se acogían a dicho fuero. Ese distintivo eran las "calças" típicas del lugar de Villadiego.
Cuando los judíos de Burgos y de Toledo eran perseguidos abandonaban las ropas castellanas o hebreas que solían usar, y se vestían las calzas de Villadiego. De esta foema eran protegidos por los procuradores del monarca hasta llegar a su nueva tierra como colonos del rey.
Otros autores identifican Villadiego con un personaje real. Según estos Villadiego fue uno de los aventureros que acompañó a Cortés en la conquista de México. Cortés le había encomendado explorar las tierras de Michoacán pero nunca más se volvió a tener noticias de él ni de sus acompañantes.
Una opinión minoritaria defiende que en realidad, son “calzas de villariego”, es decir, calzas de andarín, calzas aptas para caminar y nada tiene que ver con la localidad ni con un personaje.

También minoritaria es la interpretación de que Villadiego se basa en la asociación en el refranero español del nombre Diego con personajes ladinos y socarrones (”Yo me llamo Diego, ni pago ni niego”). Villadiego sería “localidad” donde van y viven los “diegos”, los que huyen.

Por último, un poema sin base histórica y que se ha utilizado como explicación humorística del refrán:

Villadiego era un soldado
que a San Pedro, en ocasión
de estar en dura prisión,
nunca le faltó del lado.
Vino el espíritu alado,
y lleno de vivo fuego,
le dice a Pedro: Sal, luego
tomas las calzas, no arguyas.
Y por ponerse las suyas
tomo las de Villadiego.


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