¡El pozo!... Platero, ¡qué palabra tan honda, tan verdinegra, tan fresca, tan sonora! Parece que es la palabra la que taladra, girando, la tierra oscura, hasta llegar al agua fría.
Mira; la higuera adorna y desbarata el brocal. Dentro, al alcance de la mano, ha abierto, entre los ladrillos con verdín, una flor azul de olor penetrante. Una golondrina tiene, más abajo, el nido. Luego, tras un pórtico de sombra yerta, hay un palacio de esmeralda, y un lago, que, al arrojarle una pierda a su quietud, gruñe y se enfada. Y el cielo, al fin.
(La noche entra, y la luna se inflama allá en el fondo, adornada de volubles estrellas. ¡Silencio! Por los caminos se ha ido una vida a lo lejos. Se escapa por el pozo el alma a lo hondo. Se ve por él como el otro lado del crepúsculo. Y parece que va a salir de su boca el gigante de la noche, dueño de todos los secretos del mundo. ¡Oh laberinto quieto y mágico, parque umbrío y fragante, magnético salón encantado!)
—Platero, si algún día me echo a este pozo, no será por matarme, créelo, sino por coger más pronto las estrellas.
Platero rebuzna, sediento y anhelante. Del pozo sale, asustada, revuelta y silenciosa, una golondrina.
5 comentarios:
Vaya, no sabía que recitabas tan bien.
Me gusta mucho tu blog.
¡De arte, lo has bordado¡ .¡Si señor¡
tito! pedazo de video que te has marcado.Enhorabuena!
PD: en ciertos momentos de la narración pareces argentino, boludo!
¡Quécapacidad para transmitir el lirismo de estos poemas, algo realmente difícil que tú consigues con una emoción máxima. ¡Qué conjugación de ritmo, volumen y timbre. Felicidadeeeeeeeeeees.
Si Platero y yo es una joya, EL POZO es un diamante engarzado en su mismo centro; por eso está este capítulo aquí, separado de los demás. Un diamante tallado en múltiples facetas, en múltiples palabras (honda, fresca, verdinegra, sonora, oscura, fría….), que reflejan, cada una de ellas, la luz de distinta manera. Y, al mismo tiempo, un imán, que atrae poderosamente, peligrosamente… Un atajo directo a La Belleza.
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