Como ocurre con casi todas las festividades de carácter religioso de nuestro calendario, tenemos que mirar a fiestas paganas para entender por qué celebramos lo que celebramos.
En el caso que nos ocupa, tenemos que mirar a la Roma antigua, a unas celebraciones dedicadas a un fauno. Era la Fiesta de las Lupercales.
Así se llamaban en la antigua Roma a unas fiestas que se celebraban el día 15 de febrero. Fueron instituidas por Evandro el arcadio en honor de Pan Liceo (también llamado Fauno Luperco). En la Roma arcaica se daba un fenómeno religioso: la prostitución sagrada de las mujeres que tenía lugar en el Ara Máxima, todo ello asociado con las fiestas lupercales.
Los lupercos debían ser en su origen adolescentes que sobrevivían de la caza y el merodeo en el bosque durante el tiempo de su iniciación en la edad adulta. Era un tiempo sagrado y transitorio en que se comportaban como lobos humanos.
Se celebraban en la gruta llamada Lupercal, (que más tarde se llamó Ruminal en honor a Remo), situada en el monte Palatino que era el lugar donde la tradición aseguraba que una loba había amamantado a los gemelos Rómulo y Remo. Los festejos estaban dedicados al dios pastoril Luperco, que era una deidad muy antigua de los ítalos.
Comenzaba la fiesta con una ceremonia oficiada por un sacerdote en la que se sacrificaba una cabra. Después, ese mismo sacerdote tocaba la frente de los lupercos con el cuchillo teñido con la sangre del animal y a continuación borraba la mancha con un mechón de lana impregnada en leche del mismo animal. Éste era el momento en que los lupercos prorrumpían en una carcajada de ritual.
A continuación, se formaba una procesión con los lupercos desnudos, que llevaban unas correas (februa) hechas con la piel de la cabra recién inmolada, y con ellas azotaban a las mujeres que encontraban por el camino, como ritual para hacerlas fecundas.
El origen de esta fiesta está en una leyenda según la cual durante el reinado de Rómulo y Remo, las mujeres de Roma quedaron estériles. Se consultó a la diosa Jano, quien respondió diciendo que la solución era ser "fecundadas por un macho cabrío velludo". Los februa simbolizan el falo, y el acto de golpear con ellos a las mujeres, la fertilización. Para aumentar la misma, algunas mujeres se cubrían de púrpura, que además era el color que representaba a las prostitutas sagradas de los luperci (las lupas o lobas) y ejercían sus actividades en el Ara Máxima. De ahí, el color rojo que caracteriza esta costumbre. Bien es verdad que el rojo es símbolo de pasión amorosa, o simplemente de amor.
Otro de los ritos más esperados de la Lupercalia era la lotería de mujeres. Consistía en introducir en una caja tarjetas con el nombre de las adolescentes y hacer que los muchachos metieran la mano en el cajón y sacaran la tarjeta con el nombre de la que, de ahí en adelante, sería su compañera a lo largo del año. Normalmente esas parejas de prueba terminaban en matrimonio.
Valentín era un obispo cristiano que casaba a las parejas en secreto. Cuando lo descubrieron, fue detenido, torturado y fue ejecutado el 14 de Febrero.
Esta festividad fue prohibida por el Papa Gelasio I en el año 494, y se sutituyó por la celebración de la Candelaria, que se centraba en la idea de la purificación y obviaba la parte de la fertilidad.
Los romanos insistían en celebrar la Lupercalia, a pesar que de el Papa Gelasio lo había prohibido.
El Papa Gelasio proclamó al mártir cristiano Valentín, el Patrón de los Enamorados y decidió que el 14 de Febrero en lugar de celebrar la Lupercalia se celebrara el día del Amor en honor a Valentín, haciendo una mezcla entre lo pagano y lo cristiano.
La celebración del Día de San Valentín se oficializó en 1969, año en el cual el calendario católico estableció el 14 de febrero como recordatorio del santo.
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