martes, 15 de febrero de 2022

Verónica Shoffstall: Después de un tiempo

Con el estado de alarma casi toda la actividad se paralizó. Tuvimos que recluirnos, renunciar a los abrazos, a las visitas a familiares y amigos, a los espectáculos y a los paseos, a tomar una cerveza con los amigos o a ir a comer a un restaurante. Nunca habíamos conocido nada semejante. Poco a poco empezamos a creer, en una especie de comunión espiritual, que de esto saldríamos, sin duda alguna, pero que saldríamos siendo mejores...¡Qué va!
Ni la clase política ha estado a la altura de las circunstancias. Han tirado de la cuerda en direcciones contrarias. En vez de sumar fuerzas, solo hemos escuchado reproches y más reproches, peleas de gallinero que no nos han llevado a ninguna parte. Nos quejamos del nacionalismo catalán y ahora resulta que nos ha salido otro nacionalismo, el madrileño. Yo merezco más que tú...Yo no obedezco directrices de ningún tipo porque Madrid es España dentro de España.
En fin, cada vez, entiendo menos este galimatías en que se ha convertido la política española, en la que no nos ponemos de acuerdo ni para salvar las vidas de nuestros mayores.
No, la pandemia no nos ha hecho mejores. Hemos caído seis veces, de momento, en las mismas, y ya se vislumbra una cuarta, a menos que se acelere la vacunación y que seamos conscientes de que el bicho sigue acechando y que sigue siendo imprescindible usar las mascarillas para tapar boca y nariz, no para sujetar la papada ni para dejar al descubierto las fosas nasales.
Que todavía quedamos muchos sin vacunar...
Por eso, no está de más que reflexionemos con esta mujer:

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