Son conocidas las historias sobre catalépticos enterrados en vida y Bieito podría ser uno de ellos, aunque lo más probable es que el protagonista, consternado por la muerte de un ser cercano, haya sido sugestionado para pensar que Bieito todavía sigue vivo. De no ser así, ¿por qué no habla, por qué no pide, por qué no clama, grita, exige que abran el ataúd?
No lo hace por miedo a quedar en ridículo. Si abriesen la caja y Bieito estuviese realmente vivo, él sería un héroe, el salvador pero ¿y si estuviese muerto? Pues habría hecho el ridículo. Y es el miedo al ridículo y a sus consecuencias (burla, habladurías, despecho...) lo que le impide abrir la boca.
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