Cuando el mundo estaba poblado por cinco mil millones de personas, Mario Benedetti escribió estas líneas en las que puso de relieve el anonimato de la gente corriente, y centró su mirada en la gente más desfavorecida, los pobres, los hambrientos, los muertos de hambre. Esos a los que nadie, nadie del mundo desarrollado y rico, tiene en cuenta.
En un día del año 1987 nació el niño Cinco Mil Millones. Vino sin etiqueta, así que podía ser negro, blanco, amarillo, etc. Muchos países, en ese día eligieron al azar un niño Cinco Mil Millones para homenajearlo y hasta para filmarlo y grabar su primer llanto.
Sin embargo, el verdadero niño Cinco Mil Millones no fue homenajeado ni filmado ni acaso tuvo energías para su primer llanto. Mucho antes de nacer ya tenía hambre. Un hambre atroz. Un hambre vieja. Cuando por fin movió sus dedos, éstos tocaron tierra seca. Cuarteada y seca. Tierra con grietas y esqueletos de perros o de camellos o de vacas. También con el esqueleto del niño 4,999,999,999.
El verdadero niño Cinco Mil Millones tenía hambre y sed, pero su madre tenía más hambre y más sed y sus pechos oscuros eran como tierra exhausta. Junto a ella, el abuelo del niño tenía hambre y sed más antiguas aún y ya no encontraba en sí mismo ganas de pensar o creer.
Una semana después el niño Cinco Mil Millones era un minúsculo esqueleto y en consecuencia disminuyó en algo el horrible riesgo de que el planeta llegara a estar superpoblado.
Despistes y Franquezas 1990.
1 comentario:
Ya hace tiempo que nació el niño siete mil millones y seguimos igual. Las catástrofes, avalanchas, inundaciones, hambre, guerras, éxodos, cebándose siempre en los más pobres. Y el niño siete mil millones cuatrocientos mil sobre la arena de una playa del Mediterráneo. Y la niña siete mil millones quinientos mil sin poder ir a la escuela, esclava para siempre. Y el niño siete mil quinientos nueve millones setecientos veintisiete mil gaseado en Siria mientras dormía.
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