martes, 29 de marzo de 2011

Lorca: Romance de la pena negra

"El romance de la pena negra", perteneciente al Romancero gitano, está dedicado a uno de los fundadores de la revista literaria Gallo en la que Lorca aportaba sus colaboraciones. Se llamaba José Navarro Pardo, arabista en la Universidad de Granada.
Nuevamente se mueve dentro de la corriente neopopularista de los escritores de la Generación del 27, tomando como vehículo el octosílabo del romance con su rima asonante en los versos pares. El mundo gitano vuelve a ser protagonista. El poeta de Fuentevaqueros relata las consecuencias de la espera de Soledad Montoya tras una noche de espera trágica. La consecuencia es precisamente la Pena, o lo que es lo mismo el dolor de los gitanos. Lo confesaba el propio poeta: <<En el Romancero Gitano hay un solo personaje, que es la Pena, que se filtra por el tuétano de los huesos>>.
Y Soledad, a la vez es un trasunto de la misma Pena: <<La mujer en el cante jondo se llama Pena (...). En las coplas la Pena se hace carne, toma forma humana y se acusa con una línea definida. Es una muchacha morena que quiere y no quiere porque puede querer>>.
Inspirándose en la composición de los romances tradicionales, este se compone de diálogos entre Soledad Montoya y alguien a quien no se nombra, que a su vez toma la voz de narrador.

Que lo disfruten.



Las piquetas de los gallos
cavan buscando la aurora,
cuando por el monte oscuro
baja Soledad Montoya.
Cobre amarillo, su carne,
huele a caballo y a sombra.
Yunques ahumados sus pechos,
gimen canciones redondas.
Soledad, ¿por quién preguntas
sin compaña y a estas horas?
Pregunte por quien pregunte,
dime: ¿a ti qué se te importa?
Vengo a buscar lo que busco,
mi alegría y mi persona.
Soledad de mis pesares,
caballo que se desboca,
al fin encuentra la mar
y se lo tragan las olas.
No me recuerdes el mar,
que la pena negra, brota
en las tierras de aceituna
bajo el rumor de las hojas.
¡Soledad, qué pena tienes!
¡Qué pena tan lastimosa!
Lloras zumo de limón
agrio de espera y de boca.
¡Qué pena tan grande! Corro
mi casa como una loca,
mis dos trenzas por el suelo,
de la cocina a la alcoba.
¡Qué pena! Me estoy poniendo
de azabache carne y ropa.
¡Ay, mis camisas de hilo!
¡Ay, mis muslos de amapola!
Soledad: lava tu cuerpo
con agua de las alondras,
y deja tu corazón
en paz, Soledad Montoya.

*

Por abajo canta el río:
volante de cielo y hojas.
Con flores de calabaza,
la nueva luz se corona.
¡Oh pena de los gitanos!
Pena limpia y siempre sola.
¡Oh pena de cauce oculto
y madrugada remota!

2 comentarios:

Virginia dijo...

Preciosa entrada, como siempre, con podcast maravilloso incluido. Además, ahora estamos en 4º estudiando a Lorca, así que me viene que ni pintado.

Gracias y saludos

Manuel López dijo...

No sabes cómo me alegro de que te pueda servir.
Un saludo.