sábado, 30 de julio de 2011

El leñador (cuento tradicional)

Sigo con la serie de cuentos recogidos en la localidad sevillana de Arahal. De nuevo la fantasía se apodera de la palabra y nos introduce en un ambiente de irrealidad que debía de sobrecoger con toda certeza a los niños del pueblo.



Un leñador que pasaba una vida muy amargada, un día aburrido, se fue al campo por leña a hacer su trabajo. Llevaba dos meses sin poder salir al campo por culpa de la lluvia y de los malos temporales. Harto de esperar, se fue al monte más cercano y, cansado de la marcha, se sentó en una piedra. Entonces vio correr un animalillo que parecía un conejo y como tenía hambre, lo persiguió. Para atraparlo levantó una mata y vio una argolla de hierro. Levantó una piedra y había allí unas escalinatas que, ni corto ni perezoso, se puso a bajar hasta que llegó a un salón muy grande. Y le sale un gigante y le dice:
-Humano, ¿quién te manda entrar en mis salones?
Y dice el campesino:
-La ignorancia.
Dice:
-¡Bueno, bueno!... Esta noche dormirás aquí, pero mañana te irás temprano.
-Y le dice- Ven, que te voy a enseñar tu cama. Una muchacha te traerá de comer.

Llega la muchacha con la comida y le dice:
-Aquí tienes la comida, y que no te quede nada de nada. Solamente vendrá un gatito y le guardas un cachito de todo lo que te vayas a comer, porque este gigante, como pierdas un segundo mañana cuando te vayas a ir, te matará.
Dice:
-¿Y tú cómo lo sabes?
Dice:
-Porque yo soy una princesa que me tiene secuestrada hace un siglo. Y ese gatito te dará las explicaciones de cómo me puedes salvar.
Al rato viene el gato, y le dio de comer. Y le dice el gato:
-Abre aquella puertecita que dentro hay muchas espadas muy brillantes y muy nuevas. Y en el rincón de la izquierda hay una mohosa y vieja. Esa es la que vas a coger. Y cuando venga el gigante a echarte, lo desafías, y cuando te pongas en guardia, le tiras un tajo a la oreja. Y al verse herido se irá a su cama. Tú irás detrás de él, y te dirá: «Te morirás de hambre, porque no podrás salir». Y entonces coges la oreja y le tiras un bocado bien fuerte, y se presentará él y te dirá «¿Qué me pides? ¿Qué me mandas? Y tú le dices «Sácanos de aquí a la princesa y a mí». Y en ese momento se abren unas escalinatas y te dirá «Por ahí se va al palacio».
Cuando el leñador estaba ya fuera, le pegó otro bocado a la oreja y le pidió un caballo y se fueron corriendo.
Y llegaron al palacio donde la reconocieron a la reina y él fue el príncipe por haber salvado la vida de la reina y se casaron y fueron felices.

Tomado de La flor de la florentena, cuentos tradicionales, recogidos en Arahal por Alfonso Jiménez Romero

No hay comentarios: