José Antonio Ramírez Lozano tiene a gala, como rasgo propio de su estilo, beber de la fuente de las situaciones cotidianas y de las vivencias en su Nogales natal, allá en Extremadura. Por eso su lenguaje es pretendidamente coloquial. Sus vivencias de la niñez en la escuela de la época que se refleja en este relato le da un aire definitivo de realidad.
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