Estos versos son tan leídos y citados que ya empieza a pasar desapercibido el mensaje: la provisionalidad de esta vida humana, su esencia pasajera. Somos nosotros los que pasamos; todo lo demás seguirá ocurriendo.
Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros
cantando;y se quedará mi huerto, con su verde árbol,
y con su pozo blanco.
Todas la tardes, el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.
Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado,
mi espíritu errará, nostálgico…
Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido…
Y se quedarán los pájaros cantando.
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