El mes pasado se cumplieron tres años de la desaparición de uno de los escritores más solventes del panorama narrativo español desde la posguerra, Miguel Delibes. A modo de homenaje, traigo aquí una de esas historias que lo caracterizan mejor como un novelista cercano, que se aproxima a sus personajes desde la ternura, que los retrata con la sensibilidad de un hombre que ha hablado mucho con la gente del pueblo y sabe qué sienten y cómo respiran.
Delibes presenta en este relato a El Senderines, un niño que no sabía realmente ni cuál era su nombre de pila porque su padre siempre lo llamaba por el apodo. El Senderines es un niño inocente, sin formación y lleno de los miedos contagiados por su padre, miedo a los lucios que veía en el agua, miedo a los golpes que se escuchaban procedentes de la Central Eléctrica (quizá una reminiscencia del episodio de los batanes del Quijote), miedo a la muerte y a los muertos, pero que tuvo que enfrentarse a la de su propio padre a una edad tan temprana. Es un niño solitario y triste, que tiene que pedir ayuda para amortajarlo, ayuda que solo encuentra, y mediante chantaje, en el Pernales, un hombre pobre que se ganaba la vida rompiendo piedras a la orilla del río.
En fin, un relato con el que vemos la vida a través de los ojos sin maldad del niño y sentimos casi como él mismo parece sentir.
Os invito a escucharlo.
4 comentarios:
Te agradezco mucho que nos descubras esta pequeña joya.
(Qué voz, la tuya)
Muchas gracias, Lu, por tantas cosas...
Un abrazo
Es un relato genial, como muchos de los de Delibes y bastantes de sus novelas. Tiene el acierto de combinar el sentimiento con la denuncia social y el drama personal. El niño no solo se enfrenta a la soledad por la desaparición del padre, sino también al desinterés y egoísmo los demás. Gracias por traer la historia a colación.
Gracias, Jaramos, por darte una vuelta por este rincón de la palabra.
Un saludo.
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