viernes, 16 de diciembre de 2016

Margaret Atwood: Penélope y las doce criadas (Cap. 20 y 21/29)




20

Calumnias

Creo que ha llegado el momento de abordar las diversas habladurías que han estado circulando durante los últimos dos mil o tres mil años. Esas historias son completamente falsas. Muchos han dicho que cuando el río suena agua lleva, pero eso es un argumento necio. Todos hemos oído rumores que más tarde resultaron completamente infundados, y lo mismo ocurre con esos rumores sobre mí.
Las acusaciones se refieren a mi conducta sexual. Se afirma, por ejemplo, que me acosté con Anfínomo, el más educado de los pretendientes. Según las canciones, yo encontraba agradable su conversación, o más agradable que la de los demás, y eso es cierto; pero de ahí a la cama hay mucho trecho. También es verdad que les di esperanzas a los pretendientes y que a algunos les hice promesas en privado, pero eso era pura estrategia. Entre otras cosas, los animé falsamente para obtener de ellos costosos regalos -escasa compensación por todo lo que habían comido y despilfarrado-, y os ruego que os fijéis en el detalle de que el propio Odiseo me vio hacerlo y aprobó mi actitud.
Las versiones más descabelladas sostienen que me acosté con todos los pretendientes, uno detrás de otro -eran más de cien-, y que luego di a luz al gran dios Pan. ¿Quién va a creerse un cuento tan monstruoso? Hay canciones que no valen ni el aliento que se gasta en contarlas.
Varios comentaristas han citado a mi suegra, Anticlea, que no dijo nada acerca de los pretendientes cuando Odiseo habló con su espíritu en la Isla de los Muertos. Su silencio se interpreta como prueba: dicen que si ella hubiera mencionado a los pretendientes, tendría que haber mencionado también mi infidelidad. Quizá lo que pretendía mi suegra era sembrar la desconfianza en la mente de Odiseo, pero ya sabéis la actitud que tenía Anticlea conmigo. Esa omisión pudo ser su estocada póstuma.
Otros han destacado el hecho de que yo no despidiera ni castigara a las doce criadas insolentes, ni las encerrara en un edificio anexo y las pusiera a moler grano; según ellos, eso significa que yo hacía las mismas marranadas que ellas. Pero todo eso ya lo he explicado.
Hay otra acusación más grave, basada en el hecho de que Odiseo no me revelara su identidad en cuanto regresó a Ítaca. Dicen que desconfiaba de mí, y que quería asegurarse de que no me dedicaba a celebrar orgías en el palacio. Pero el verdadero motivo era que temía que me pusiera a llorar de alegría y de ese modo lo delatara. Por el mismo motivo me hizo encerrar en las dependencias de las mujeres junto con las demás mientras asesinaba a los pretendientes, y no me pidió ayuda a mí sino a Euriclea. Mi esposo conocía mi gran sensibilidad y mi costumbre de deshacerme en lágrimas y derrumbarme en los umbrales, y él no quería exponerme a peligros ni a espectáculos desagradables. No cabe duda de que ésa fue la razón de su comportamiento.
Si mi esposo se hubiera enterado de esas calumnias mientras vivíamos, estoy segura de que habría cortado unas cuantas lenguas. Pero no tiene sentido amargarse pensando en las oportunidades perdidas.

21
Coro: Penélope en peligro (drama)

Presentado por: las Criadas

Prólogo: recitado por Melanto, la de hermosas mejillas:

Ahora que nos acercamos al clímax,
sangriento y macabro,
digamos la verdad: hay otra historia.
O varias, como le gusta al dios Rumor,
que no siempre de buen humor se muestra.
¡Dicen que Penélope, eso he oído,
tratándose de sexo no era nada estrecha!
Cuentan unos que se acostaba con
Anfínomo
y que disimulaba con llantos y gemidos su
lujuria;
otros, que todos los briosos candidatos
tuvieron la suerte, por turnos, de beneficiársela.
Y que de esos actos promiscuos fue
concebido 
Pan, el dios cabra, o eso afirman las leyendas.
La verdad no siempre está clara, público
querido,
pero ¡echemos una miradita detrás de la
cortina!
Euriclea (interpretada por una Criada):
¡Niña querida! ¡Abróchate la túnica!
¡Deprisa!
¡Ha regresado el señor! ¡Sí, ha regresado!

Penélope (interpretada por una Criada):

Por sus cortas piernas
lo he reconocido desde lejos.

Euriclea:
¡Y yo por su cicatriz tan larga!

Penélope:
Y ahora, nodriza querida, se va a armar un
buen lío.
¡Por dejarme llevar por el deseo me va a
descuartizar!
Mientras él con toda ninfa y beldad se
dedicaba al gozo,
¿qué creía, que yo a cumplir con mi deber
me limitaría?
Mientras él a diosas y muchachas colmaba
de halagos,
¿creía que yo a secarme como una pasa
esperaría?

Euriclea:
Mientras tú fingías tejer tu famosa labor,
¡lo que hacías en realidad era en la cama
trabajar!
¡Y ahora él para decapitarte de sobra tiene
motivos!

Penélope:
¡Rápido, Anfínomo! ¡Baja por la escalera
secreta!
Yo me quedaré aquí sentada, fingiendo
congoja y aflicción.
¡Abróchame la túnica! ¡Arréglame la
alborotada cabellera!
¿Qué criadas de mis aventuras han sabido?

Euriclea:
Tan sólo las doce que os ayudaron, señora,
saben que a los pretendientes no os habéis
resistido.
Por la noche los hacían entrar y salir a
escondidas,
y la lámpara en alto sostenían tras descorrer
el cortinado.
Ellas están al corriente de vuestras adúlteras
citas.¡Hay que hacerlas callar, o acabarán por
descubriros!

Penélope:
¡En ese caso, querida nodriza, tú eres la única
que salvarme puede, y salvar también el
honor de Odiseo!
Como él mamó de tus pechos, ancianos
ahora,
eres la única en quien confiará, estoy seguro.
¡Señala a esas irresponsables y desleales
criadas,
que a hacerse con el botín ilícito a los
pretendientes ayudaron,
corruptas, descaradas, indignas
de ser las criadas de semejante amo!

Euriclea:
Les cerraremos el pico al Hades
enviándolas:
¡por repugnantes y perversas las colgarán
del cuello!

Penélope:
Y yo me haré famosa como esposa ejemplar,
¡todos los esposos pensarán que Odiseo es
un hombre afortunado!
Pero date prisa, que los pretendientes ya
llegan
a cortejarme y por mi parte debo
deshacerme en llanto.

Coro, con zapatos de claqué:
¡Culpad a las criadas!
¡Esas pícaras mujerzuelas!
¡No preguntéis por qué, y colgadlas!
¡Culpad a las criadas!
¡Culpad a las esclavas!
¡Esos juguetes de truhanes y granujas!
¡Colgadlas! ¡Ahorcadlas!
¡Culpad a las esclavas!
¡Culpad a las fulanas!
¡Esas indecentes zorras,
obscenas y desvergonzadas!
¡Culpad a las fulanas!

Hacen todas una reverencia.

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