jueves, 18 de agosto de 2022

José Emilio Pacheco: El viento distante

 Un narrador omnisciente cuenta en tiempo presente que un hombre en un extremo de una barraca se mira en el espejo, la noche es calurosa, el aire está detenido. El hombre camina al otro extremo, enciende un fósforo para ver lo que está bajo el agua. El hombre y lo que yace ahí están apartados por el agua, el dolor y la lenta oscuridad. La acción principal que realiza el hombre es mirar: su rostro en el espejo, el humo en el fondo del cristal y, después, a través del vidrio y el agua, lo que está bajo ella.

Se nombran cuatro fluidos; uno desde el título: el viento, el aire, el agua, el humo. El viento es una corriente de aire que se ha alejado. El aire se ha detenido y el agua está contenida en el acuario. El humo se disgrega pronto, lo que dura la ceniza encendida del cigarrillo. Los fluidos denotan algo pasajero: el tiempo. El viento distante es metáfora de lo ya ido. El tiempo parece detenido en ese instante de reflexión del hombre. Las dos ocasiones en que mira son momentos propiciados por una luz concentrada en la noche densa y árida, en la lenta oscuridad: primero, la luz del cigarro; segundo, la del fósforo.
Carmen Dolores Carrillo Juárez

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