jueves, 1 de abril de 2010

Mario Benedetti: Defensa de la alegría

De vez en cuando la vida se nos presenta como una continua lucha, casi como una guerra. Pero, incluso en el trasiego de la confrontación, nos queda la posibilidad de cavar una trinchera para resistir blandiendo, como espada al viento, la alegría.

La alegría es esa cosa que nos sale de dentro, de lo más íntimo; es algo sencillo. Podría decirse que es más bien la tregua que buscamos para cobrar fuerza y serenidad.

Con la alegría y con las penas se aprende la matemática dura de la vida: uno se entera de con quién puede contar.





DEFENSA DE LA ALEGRÍA

Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y la definitivas
defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos

defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica los paros cardíacos
y de las endemias y las academias

defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres

defender la alegría como un certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa

defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría.

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