Pedro Salinas ha sido considerado el poeta del amor, pero del amor hacia una persona no presente físicamente, sino en ausencia. Como decía Neruda, todo lo que existe le recuerda a ella, todo es ella. Sus actos se llevan a cabo porque ella los conduce.
¡Que alegría, vivir
sintiéndose vivido!
Rendirse
A la gran certidumbre, oscuramente,
De que otro ser, fuera de mí, muy lejos,
Me está viviendo.
Que cuando los espejos, los espías
-azogues, almas cortas-, aseguran
que estoy aquí, yo inmóvil,
con los ojos cerrados y los labios,
negándome al amor
de la luz, de la flor y de los nombres,
la verdad trasvisible es que camino
sin mis pasos, con otros,
allá lejos, y allí
estoy besando flores, luces, hablo.
Que hay otro ser por el que miro el mundo
Porque me está queriendo con sus ojos.
Que hay otra voz con la que digo cosas
No sospechadas por mi gran silencio;
Y es que también me quiere con su voz.
La vida -¡Qué transporte yo!-, ignorancia
De lo que son mis actos, que ella hace,
En que ella vive, doble, suya y mía.
Y cuando ella me hable
De un cielo oscuro, de un paisaje blanco,
Recordaré
Estrellas que no vi, que ella miraba,
Y nieve que nevaba allá en su cielo.
Con la extraña delicia de acordarse
De haber tocado lo que no toqué
Sino con esas manos que no alcanzo
A coger con las mías, tan distantes.
Y todo enajenado podrá el cuerpo
Descansar, quieto, muerto ya. Morirse
En la alta confianza
De que este vivir mío no era sólo
Mi vivir: era el nuestro. Y que me vive
Otro ser por detrás de la no muerte
2 comentarios:
Antes de empezar a pasear por el blog no conocía la poesía de Salinas, ya que no la llegamos a estudiar. Lo que me gusta es la sencillez y al mismo tiempo la profundidad del mensaje, la idea de que su vida, su mismo existir comienza cuando es descubierto por la persona amada. Como si nada -ni siquiera el mundo ni las palabras- existieran antes de que esa persona lo encontrara. Es como la creación, como si el mundo empezara a girar al mismo tiempo que el amor; esa persona le ha dado su nombre. Y el dolor es la prueba.
¡Qué bonita imagen la de ver las estrellas de un cielo distante por otros ojos! Vivir dos vidas, la “real” y la soñada. Solo hace falta un hilo finísimo, la palabra.
Publicar un comentario