Este cuento de Julio Ramón Ribeyro narra la historia de un niño obsesionado por unos pasteles que nunca ha probado. Había visto cómo los disfrutaban otros niños que, al comerlos ensuciaban de blanco sus corbatines. Como no puede pedir dinero para comprarlos, le roba a su madre veinte soles. Cuando acude a la panadería, el dependiente, sin embargo, se niega a vendérselos.
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