domingo, 2 de enero de 2011

El tiempo entre costuras de María Dueñas

María Dueñas ha entrado en el panorama literario español con una fuerza poco corriente.

Acabo de terminar las 630 páginas de una novela que me ha tenido y mantenido enganchado los últimos días, estos de las vacaciones de navidad. ¡Qué disfrute! ¡Cuánto me ha gustado!

Hacía tiempo que un relato no mantenía mi atención en vilo como lo ha hecho este.

Qué fuerza tiene ese personaje de la costurera, Sira-Arish, cómo ha ido evolucionando en consonancia con las circunstancias de su entorno. María Dueñas ha tejido una trama en la que los hilos van juntándose para no dejar zonas al descubierto, de forma que el lector va andando, cual funambulista sin red, por una cuerda que siempre está en tensión.

Su dedicación a los dedales, las agujas y las telas marcan la columna vertebral de esta historia. De la profesión de su madre, Dolores, aprende los rudimentos de los pespuntes con los que hilvanar, primero en Tánger y luego en Tetuán, las coartadas para zafarse, con la ayuda de la astuta Candelaria, de las garras del comisario Vázquez.

El taller la pone en comunicación directa con el mundo de la moda por la que suspiraban las mujeres de los oficiales y de los altos dignatarios políticos en el Protectorado español del norte de África.

Y allí entra en juego otro personaje de gran fuerza narrativa, Rosalinda Fox, sofisticada y apasionada del lujo y los vestidos. Su relación con Beigbeder, alto comisario del gobierno de España en Marruecos, le permitía mantener un alto tren de vida. La relación entre la protagonista y ella será determinante en el devenir de la novela. Por ella conoció a Marcus Logan, un supuesto periodista que la hacía suspirar.

Desde luego, la novela se sitúa en la mejor tradición de la novela de espionaje (las condiciones políticas de la España del momento eran inmejorables para ello), sobre todo desde la tercera parte. Ahí será cuando llegue el momento culminante de la trama, el punto en el que la costurera da un profundo cambio en su interior y en sus relaciones sociales, que se amplían hasta límites insospechados. Empieza su verdadero entrenamiento para convertirse en esa gran antena que es capaz de recoger cualquier detalle, por insignificante que pueda parecer. Y, gracias a Marcus, consigue que su madre vuelva a su lado, desde el Madrid destruido por la Guerra Civil, y recupere la alegría con el trabajo en su taller de modas.

La escritora hace una recreación histórica desde los años veinte a la Segunda Guerra Mundial, y mezcla personajes históricos con otros de ficción, un pespunte de espionaje, un sobrehilado de exotismo, una alforza de romance, y la intriga en el bies de los trajes que Sira va confeccionando.

De Tetuán salta a Madrid. La inteligencia británica le prepara el escenario adecuado. Repite su tapadera como modista en pleno centro de la ciudad, muy cerca de las residencias de las esposas de los oficiales alemanes, que soltarán sus lenguas, embelesadas por los brillos rutilantes de la sedas y los satenes que Arish Agoriuq les va presentando, sin sospechar si quiera que la modista había llegado a Madrid para ser el gran oído del servicio secreto inglés en España, misión que cumple a rajatabla sin levantar suspicacias.

El mismísimo Joseph Conrad podría haber firmado muchas de estas páginas.

La costurera ha perdido ya definitivamente la candidez y empieza a darse cuenta del terreno que está pisando.

Más tarde cruza la frontera con otra nueva misión en Lisboa, ciudad en la que establece una relación de seducción en dos direcciones con un empresario dispuesto a comerse el mundo en estos tiempos convulsos de guerra en España y preguerra europea. Y al final…María deja abiertas las posibilidades para desenlaces varios; y será el lector quien tenga que elegir el destino que quiere para los personajes.

Del blog de la propia autora he tomado las fotos para hacer esta presentación de diapositivas de los lugares y personajes que aparecen en el libro:

No hay comentarios: