martes, 29 de junio de 2010

Julio Cortázar: El futuro

Qué maravilla de expresión de un amor que no se ha completado, pero que se cuenta como si hubiera ocurrido. Este es Cortázar en su esencia más pura.



Y sé muy bien que no estarás.
No estarás en la calle
en el murmullo que brota de la noche
de los postes de alumbrado,
ni en el gesto de elegir el menú,
ni en la sonrisa que alivia los completos en los subtes
ni en los libros prestados,
ni en el hasta mañana.
No estarás en mis sueños,
en el destino original de mis palabras,
ni en una cifra telefónica estarás,
o en el color de un par de guantes
o una blusa.
Me enojaré
amor mío
sin que sea por ti,
y compraré bombones
pero no para ti,
me pararé en la esquina
a la que no vendrás
y diré las cosas que sé decir
y comeré las cosas que sé comer
y soñaré los sueños que se sueñan.
Y sé muy bien que no estarás
ni aquí dentro de la cárcel donde te retengo,
ni allí afuera
en ese río de calles y de puentes.
No estarás para nada,
no serás mi recuerdo
y cuando piense en ti
pensaré un pensamiento
que oscuramente trata de acordarse de ti.

viernes, 25 de junio de 2010

Pedro Salinas: La rosa pura


En nuestra tradición literaria la rosa ha sido considerada, más que un objeto bello solamente, el símbolo de la perfección y de la pureza. Y se ha entendido como una metáfora del universo, de lo redondo. Son muy conocidos los dos versos de Juan Ramón que dicen: ¡No le toques ya más, /que así es la rosa!.
En este poema, Salinas no tocará esa rosa pura si no es lavándose previamente las manos durante toda una noche en los ríos del sueño; el estado de conciencia total puede ajar esa perfección, tan intangible como el amor de estos enamorados.



La rosa, la rosa pura.
Quiero mandarte la pura rosa.
La que no tiene símbolo ni signo.
La que no pese
porque recuerda un recuerdo.
La que no cante
porque se cogió con el gozo.
La que no tenga fecha,
fecha de hombre, fecha de número,
fecha de mundo,
la que sea su nacimiento puro,
sucediendo a su mismo capullo.
La que no diga: “Me quieres”, ni: “Te quiero”.
La que diga tan sólo: “Soy mis pétalos,
mi color, mi forma, soy la rosa pura. Tómame”.
La que no pida
que te la pongas en el pecho.
La que se contente con el encuentro
de su color y tus ojos,
de tu mirada, un instante.
Con el contacto
de su materia y tu vida: tu mano, un instante.
La que te deje vivir
sin rosas, si tú no quieres
tener la rosa en tu vida.

Me lavaré las manos
toda una noche entera en el agua
lenta y lustral de los ríos del sueño,
para cogerla de mañana antes
de que despierte la conciencia,
porque quiero cogerla con los dedos,
no quiero cogerla con un pensamiento.
Y si la cojo así y así te llega,
mis pies recordarán haber pisado
el paraíso, antes
del bien y el mal, de la mujer y el hombre.
Y yo seré una sombra,
y tú serás otra sombra,
sin otra realidad que la que crea
el ofrecernos una rosa pura.


Largo lamento

miércoles, 23 de junio de 2010

¡Que descanséis!

Un año más… todo se acaba. Terminar algo produce satisfacción cuando se ha cumplido con el deber. Nosotros los profesores hemos puesto todo nuestro esfuerzo y nuestro mejor hacer para que os llevéis una buena caja de herramientas útiles… Y nos enfadamos, y nos ponemos desagradables en algunos momentos, pero es que, aunque a veces no lo creáis, nos preocupamos por vosotros. Estamos ahí los profes y los padres como la guía que es capaz de enderezar el árbol antes de que su tronco sea tan grueso que ya sea tarde. Esa es nuestra misión; y será también la vuestra cuando, más pronto que tarde, tengáis que adoptar el papel de consejeros de vuestros propios hijos.


Qué padre no regaña a sus vástagos cuando ve que hacen algo que les pueda perjudicar. La formación es algo fundamental para hacer personas y contribuir a un mundo mejor. Es la gran inversión que podéis, que podemos, hacer.

Decía Jean J. Barthélemy: “A las plantas las endereza el cultivo; a los hombres, la educación”. Por eso, somos como un martillo pilón, y no paramos para sacar todo lo mejor que lleváis dentro.

Así que ahora que el trabajo está cumplido solo queda deciros que descanséis, que seáis felices… y que aprovechéis el tiempo haciendo cosas útiles, como leer y pensar cómo ser mejores…y mientras tanto daos un buen baño que alivie los calores del verano de Sevilla, sin olvidar ponerse el escudo protector de una buena crema…que he oído decir que un ejército de rayos de sol pretende meterse, al menor descuido, debajo de la epidermis para que cambiemos la piel a tiras.

¡FELIZ VERANO!

Escuchad este pequeño relato, que insiste en lo decimos:



Un jardín de rosas

El poeta Coleridge recibió un día la visita de un admirador.

Cuentan que en el transcurso de la conversación, surgió el tema de la niñez y la educación:

- "Creo", afirmó con rotundidad el visitante, "que debe dejarse a los niños total libertad para que piensen y actúen desde que son muy pequeños y que puedan tomar sus propias decisiones sin que nosotros intervengamos. Sólo así podrán desarrollar al máximo toda su potencialidad."

- "Ven a ver mi jardín de rosas", le dijo Coleridge, acompañando a su admirador hasta el jardín.

Al verlo, el visitante exclamó:

- "¡Pero esto no es un jardín... esto es un patio lleno de maleza!"

- "Solía estar lleno de rosas", dijo el poeta, "pero este año decidí dejar a las plantas de mi jardín en total libertad de crecer a sus anchas sin atenderlas. Y este es el resultado."

Tomado del libro Ámame para que me pueda ir

martes, 22 de junio de 2010

José M. Caballero Bonald: Miedo


En este poema Caballero Bonald presenta las dudas del amante ante la mujer a la que ama.



Mil veces he intentado
decirte que te quiero,
mas la ardorosa confesión, mi vida,
se ha vuelto
de los labios a mi pecho.
¿Por qué, niña? Lo ignoro,
¿Por qué? Yo no lo entiendo,
Son blandas tu sonrisa y tu mirada,
dulce es tu voz, y al escucharla tiemblo.
Ni al verte estoy tranquilo,
ni al hablarte sereno,
busco frases de amor y no las hallo.
No sé si he de ofenderte y tengo miedo.
Callando, pues, me vivo
y amándote en silencio,
sin que jamás en tus dormidos ojos
sorprenda de pasión algún destello.
Dime si me comprendes,
si amarte no merezco.
Di si una imagen en el alma llevas...
Mas no... no me lo digas...¡tengo miedo!
Pero si el labio calla,
con frases de los cielos
deja, mi vida, que tus ojos digan
a mis húmedos ojos... ya os entiendo.
Deja escapar el alma
los rítmicos acentos
de esa vaga armonía, cuyas notas
tiene tan sólo el corazón por eco.
Deja al que va cruzando
por áspero sendero,
que si no halla la luz en la ventana,
tenga la luz de la esperanza al menos.
Callemos en buena hora
pues que al hablarte tiemblo,
mas deja que las almas, uno a uno,
se cuenten con los ojos sus secretos...
Dejemos que se digan
en ráfagas de fuego
confidencias que escuche el infinito
frases mudas de encanto y de misterio.
Dejemos, si lo quieren,
que estallen en un beso,
beso puro que engendren las miradas
y suba sin rumor hasta los cielos.
Dime así que me entiendes,
que sientes lo que siento,
que es el porvenir de luz y flores
y que tan bello porvenir es nuestro.
Di que verme a tus plantas
es de tu vida el sueño,
dime así cuanto quieras.... cuanto quieras.
De que me hables así... no tengo miedo.

domingo, 20 de junio de 2010

José A. Muñoz Rojas: Retrato de don Antonio

Cuántas veces hemos contemplado este retrato de Machado; y en él solo hemos visto a un hombre ya cansado por el peso de los años. José A. Muñoz Rojas es capaz de darle alma a la fotografía e imaginar todo un universo de sensaciones y de vida detrás del blanco y negro.




RETRATO DE DON ANTONIO
Este hombre que se sienta con las manos
sobre el bastón, el bastón entre las piernas,
el sombrero calado, este hombre
con los ojuelos medio entornados,
mirando más allá, más acá, no mirando, este hombre.
Este hombre que no tuvo tiempo o gusto
para hacerse el nudo de la corbata,
con las grandes manos sobre el bastón,
en la mesa del café,
qué día, de qué año, en qué ciudad española,
con su traje de un paño más bien grueso, y los labios,
¡ah!, los labios de este hombre que se cierran, dicen
una sola palabra que no dicen,
dicen una vida que se encierra en una palabra,
muchas vidas que se encierran en una palabra.
Este hombre que ha llegado
hace sólo un ratito,
y se pasa la vida esperando en la mesa del café a que alguien llegue,
como se pasa todo el mundo la vida esperando.
No vendrá nadie a sentarse al otro lado del tablero de mármol,
y las manos seguirán sobre el bastón y el hombre
esperará inútilmente sin despegar los labios.
Sabe lo que sabe y lo que no sabe,
dos certidumbres: la una en los labios,
los ojos ven la otra, el corazón la siente.
Agarrada a los labios la sed que no calmará agua ninguna.
Tal vez el aire que viene de un recuerdo
una vez;
tal vez los ojos han visto algo
una vez;
la mano ha sentido otra mano
una vez;
ha palpado en la sombra
una vez;
¡oh memoria!, una vez
tuvieron en su mano la llave;
una vez,
fue a abrir la cancela;
soñó desde unos brazos,
una vez.
Y se quedó quieto.

sábado, 19 de junio de 2010

José Saramago: "No me hablen de la muerte porque ya la conozco"


De origen muy humilde, Saramago ha llegado a altas cotas de hondura en su pensamiento. La literatura le ha servido para hacer una continua reflexión sobre la vida y su final. Yo creo que, en puridad, él no escribía novelas en el sentido estricto del término, más bien era una excusa para la exposición del pensamiento que fluye en las palabras de los personajes. La última entrada que se registra en su blog dice lo siguiente:
Creo que en la sociedad actual nos falta filosofía. Filosofía como espacio, lugar, método de reflexión, que puede no tener un objetivo concreto, como la ciencia, que avanza para satisfacer objetivos. Nos falta reflexión, pensar, necesitamos el trabajo de pensar, y me parece que, sin ideas, no vamos a ninguna parte.
Puede decirse que la utopía es lo que lo define con mayor claridad. Su militancia comunista es la manifestación de sus ideales, que expuso con coherencia a lo largo de toda una vida.
Otro de los temas recurrentes de su producción literaria es la idea de Dios y de la religión. Él se declaraba ateo, y siempre dijo que la muerte es lo que ha creado a Dios en la mente de las personas.

Una de las obras que más me han sorprendido del portugués ha sido La caverna, para mí una bella metáfora de la vida. En ella hace una crítica de la sociedad consumista. El protagonista, alfarero, se da cuenta de que su trabajo ha dejado de ser necesario para la gente. Frente a él y su familia están los grandes centros comerciales que quieren acabar con su negocio. Detrás de ello está la filosofía griega de Platón y su mito de la caverna (vivimos observando sombras que se mueven y creemos que eso es la realidad, esa realidad que hoy llamamos virtual)

El Mundo dedica un especial al escritor portugués, que reivindicó la unidad ibérica de España y Portugal. También lo hacen El País y Público.

Fundación José Saramago.

Escucha al Nobel hablando de la novela:



Protopoema

Del ovillo enmarañado de la memoria, de la
oscuridad, de los nudos ciegos, tiro de un hilo
que me aparece suelto.
Lo libero poco a poco, con miedo de que se
deshaga entre mis dedos.
Es un hilo largo, verde y azul, con olor a cieno,
y tiene la blandura caliente del lodo vivo.
Es un río.
Me corre entre las manos, ahora mojadas.
Toda el agua me pasa por entre las palmas
abiertas, y de pronto no sé si las aguas nacen
de mí o hacia mí fluyen.
Sigo tirando, no ya sólo memoria, sino el propio
cuerpo del río.
Sobre mi piel navegan barcos, y soy también los
barcos y el cielo que los cubre y los altos
chopos que lentamente se deslizan sobre la
película luminosa de los ojos.
Nadan peces en mi sangre y oscilan entre dos aguas
como las llamadas imprecisas de la memoria.
Siento la fuerza de los brazos y la vara que los
prolonga.
Al fondo del río y de mí, baja como un lento
y firme latir del corazón.
Ahora el cielo está más cerca y cambió de color.
Y todo él es verde y sonoro porque de rama en
rama despierta el canto de las aves.
Y cuando en un ancho espacio el barco se detiene,
mi cuerpo desnudo brilla bajo el sol, entre el
esplendor mayor que enciende la superficie de
las aguas.
Allí se funden en una sola verdad los recuerdos
confusos de la memoria y el bulto súbitamente
anunciado del futuro.
Un ave sin nombre baja de no sé dónde y va a
posarse callada sobre la proa rigurosa del barco.
Inmóvil, espero que toda el agua se bañe de azul
y que las aves digan en las ramas por qué son
altos los chopos y rumorosas sus hojas.
Entonces, cuerpo de barco y de río en la dimensión
del hombre, sigo adelante hasta el dorado
remanso que las espadas verticales circundan.
Allí, tres palmos enterraré mi vara hasta la piedra
viva.
Habrá un gran silencio primordial cuando las
manos se junten con las manos.
Después lo sabré todo.

viernes, 18 de junio de 2010

Pedro Salinas: Tú vives siempre en tus actos

Katherine Withmore, americana de nacimiento, se especializó en lengua y literatura española en la Universidad de Kansas y Berkeley. En el verano de 1932 se fue a Madrid y, por los consejos de una amiga, decidió matricularse en el curso sobre la Generación del 98 que Pedro Salinas impartía. Llegó tarde a la primera sesión y la única silla vacía estaba al final, donde sólo alcanzaba al profesor si alargaba el cuello y forzaba la vista.
Poco después, recibió una invitación para cenar junto al poeta y una amiga. Aprovechó la ocasión para disculparse, en su horrible español que le avergonzaba. Pero Pedro estuvo de lo más cortés, e incluso le animaba a hablar porque le aseguraba que su español era excelente. La conversación se trasladó a su clase sobre Miguel de Unamuno y ella le expresó su arrepentimiento por no haber podido asistir. Pedro, muy amable una vez más, le ofreció sus apuntes en una nueva clase que postergaron al día siguiente. Allí se presentaron puntuales en aquel encuentro memorable, en el que pronto olvidaron a Unamuno. Sólo surgían preguntas de una y otra persona. Porque ya cayó el relámpago, el rayo que no cesa, el amor que no acaba.

Sigue leyendo la información sobre la amante secreta de Pedro Salinas en el blog Azorín periodista, de Juan José Payá.



Tú vives siempre en tus actos.
Con la punta de tus dedos
pulsas el mundo, le arrancas
auroras, triunfos, colores,
alegrías: es tu música.
La vida es lo que tú tocas.

De tus ojos, sólo de ellos,
sale la luz que te guía
los pasos. Andas
por lo que ves. Nada más.

Y si una duda te hace
señas a diez mil kilómetros,
lo dejas todo, te arrojas
sobre proas, sobre alas,
estás ya allí; con los besos,
con los dientes la desgarras:
ya no es duda.
Tú nunca puedes dudar.

Porque has vuelto los misterios
del revés. Y tus enigmas,
lo que nunca entenderás,
son esas cosas tan claras:
la arena donde te tiendes,
la marcha de tu reloj
y el tierno cuerpo rosado
que te encuentras en tu espejo
cada día al despertar,
y es el tuyo. Los prodigios
que están descifrados ya.

Y nunca te equivocaste,
más que una vez, una noche
que te encaprichó una sombra
-la única que te ha gustado-.
Una sombra parecía.
Y la quisiste abrazar.
Y era yo.

jueves, 17 de junio de 2010

Creador de líneas del tiempo


Muchas veces tus profesores te piden que prepares una línea del tiempo en la que reflejes los principales acontecimientos de una etapa de la Historia, relacionada bien con asuntos estrictamente históricos, bien cuando estos influyen en las épocas de la Literatura.
Dipity es un herramienta que te da la solución, porque además te permite introducir vídeos que complementen los hechos de los que estás hablando.

Pascual Herrera: La guerra, la solución más tonta II

En la segunda parte, Pascual hace hincapié en la indiferencia humana ante el sufrimiento provocado por las guerras; las televisiones nos las ponen delante de nuestros ojos a la hora de la comida y en horas de máxima audiencia; y no saltamos inmediatamente y no nos manifestamos con la fuerza necesaria para hacer callar la barbarie. El poeta se siente rodeado de un silencio sumamente incómodo.



El sigiloso sonido de las bombas
divide los cuerpos
y los recuerdos.
Es el mismo sonido
que multiplica las audiencias
de televisión.

El rojo puro de la sangre
inunda las calles,
mitiga la sed
del espectador ansioso de muerte
retransmitida.

He sido abandonado
en un valle seco de lágrimas,
y sé que no estoy solo,
que la soledad completa mi abandono.

Entonces,
miro y descubro un perenne despertar
a punto de quedar dormido.

miércoles, 16 de junio de 2010

Miguel Hernández: El niño yuntero

"Los poetas -afirma Miguel- somos viento del pueblo: nacemos para pasar soplados a través de sus poros y conducir sus ojos y sus sentimientos hacia las cumbres más hermosas." Federico G. Lorca insistía en esa idea para decir que "el poeta debía llorar y reír con el pueblo".
Para mí, un poema que está cargado de esa denuncia social que llevaba tan arraigada en sus entrañas el poeta de Orihuela es este del niño yuntero, al que le ha tocado ser un nuevo Jesucristo en pequeñito, coronado por la sal del sudor que el esfuerzo diario en la tierra le proporciona en busca del sustento.
Este niño le duele y es como si su arado le diera en el pecho para abrirle un surco de pena y de lamento.




Carne de yugo, ha nacido
más humillado que bello,
con el cuello perseguido
por el yugo para el cuello.

Nace, como la herramienta,
a los golpes destinado,
de una tierra descontenta
y un insatisfecho arado.

Entre estiércol puro y vivo
de vacas, trae a la vida
un alma color de olivo
vieja ya y encallecida.

Empieza a vivir, y empieza
a morir de punta a punta
levantando la corteza
de su madre con la yunta.

Empieza a sentir, y siente
la vida como una guerra,
y a dar fatigosamente
en los huesos de la tierra.

Contar sus años no sabe,
y ya sabe que el sudor
es una corona grave
de sal para el labrador.

Trabaja, y mientras trabaja
masculinamente serio,
se unge de lluvia y se alhaja
de carne de cementerio.

A fuerza de golpes, fuerte,
y a fuerza de sol, bruñido,
con una ambición de muerte
despedaza un pan reñido.

Cada nuevo día es
más raíz, menos criatura,
que escucha bajo sus pies
la voz de la sepultura.

Y como raíz se hunde
en la tierra lentamente
para que la tierra inunde
de paz y panes su frente.

Me duele este niño hambriento
como una grandiosa espina,
y su vivir ceniciento
revuelve mi alma de encina.

Lo veo arar los rastrojos,
y devorar un mendrugo,
y declarar con los ojos
que por qué es carne de yugo.

Me da su arado en el pecho,
y su vida en la garganta,
y sufro viendo el barbecho
tan grande bajo su planta.

¿Quién salvará este chiquillo
menor que un grano de avena?
¿De dónde saldrá el martillo
verdugo de esta cadena?

Que salga del corazón
de los hombres jornaleros,
que antes de ser hombres son
y han sido niños yunteros.

domingo, 13 de junio de 2010

José A. Muñoz Rojas: Romance de don Sebastián, rey de bastos


Nacido en Antequera (Málaga) en 1909, la vida literaria de José Antonio Muñoz Rojas ocupa holgadamente tres cuartos de siglo, desde el momento de conformación de las estéticas del 27 hasta bien entrado el siglo XXI. A lo largo de todos esos años, ha visto pasar a su lado la fiebre vanguardista de los veinte, la poesía «entre pureza y revolución» de los treinta, la oposición entre el garcilasismo y el expresionismo tremendista de los cuarenta, el socialrealismo y las estéticas que se abren hacia el medio siglo, los culturalismos y esteticismos marginales, las poéticas del 68, la poesía figurativa y la poesía minimalista a partir de los ochenta..., y así hasta el cansancio.
Sigue leyendo la semblanza.
Ha estado a punto de cumplir cien años, pero desgraciadamente unos días antes de llegar al centenario, le falló la maquinaria.
Nos queda el consuelo de su amplia producción poética.
Me gustaría que leyeras y escucharas una muestra de su gusto por la tradición literaria española del romance:





1
Don Sebastián, Rey de Bastos,
iba por el olivar,
los ojos grandes y tristes,
y la barba de azafrán
-de su cabellera, el aire
es comedido galán;
el manto, de piel y pluma
y la corona real-,
sobre su jaca burrera
que se deja el viento atrás,
negra si la noche es negra,
y en las ancas un lunar,
duras las crines de estopa
y la cola de alquitrán,
y relinchos que se quedan
prendidos por donde va.
La primilla suspendida
se olvida de avizorar,
las tórtolas no se mueven
cuando lo sienten pasar,
sólo las perdices pican
el aire con su metal
sin enterarse de nada
y sin quererse enterar.
"Olivos por donde voy,
plata que tenéis me dais,
aceite para el cabello
y aceitunas para el pan,
sombra para mis pesares
y leña para quemar;
ni plata ni fuego os pido
mientras no me deis la paz"
Los olivos siguen serios
sin volver la cara atrás,
que las lomas están pinas
y ellos tienen que llegar.
Tanto le pesa la pena
y el basto a Don Sebastián,
que se apea de la jaca
y se sienta a descansar
debajo de un grande olivo,
el mayor del olivar.
La corona pone a un lado,
y echa la cabeza atrás.
Lágrimas duras de azogue
por las mejillas le caen,
suspiros como pavesas
por la boca se le van:
"¡Ay, amantes sin orillas
de donde lanzarse al mar!
¡Amantes de tierra adentro,
a morir y nada más!
Pena como la que tengo
no la ha sufrido mortal".
Y apoya sobre la mano
la hermosa testa real;
los cabellos se la cubren
de oro, de miel y azafrán.
El más bello rey de todos
tiene una pena mortal:
de amores se está muriendo
en medio del olivar.
2
La joven Sota de Oros
se levantó peripuesta,
se puso el jubón pajizo
y se alisó la melena,
se caló un bonete raso
con cinturillas de perlas,
se miró luego al espejo
y sonrió satisfecha,
porque el espejo le dijo
con su lisa y blanca lengua
que en la baraja de sotas
no había sota como ella;
luego los gregüescos verdes
en las redondas caderas,
y sobre los lisos muslos
se fue ajustando las medias,
finas si tienen que serlo,
pero las ligas no encuentra.
Maldice su mala suerte,
y el suelo todo de hogueras
se hace a sus pies, sin descanso
dondequiera que los sienta.
"Llegaré tarde a la cita
y Don Sebastián no espera",
y en el banco pecho se abre
con las uñas roja puerta,
por la que la sangre brota
sin tener la nieve en cuenta.
Se abalanza a la ventana
seguida de sus doncellas:
"¡Miradla, amigas, miradla
quien en el pico las lleva!,
la enemiga de mi dicha,
que por los aires se vuela".
3
El toro del desengaño
su hondo cuerno le ha metido
al Rey, cuya sangre suelta
va corriendo como un río
por el olivar abajo,
dejando a su paso lirios.
La alondra de la esperanza
que en las barbas tenía nido
se remonta y se remonta
por el azul encendido.
Los tristes ojos del Rey
la siguen en su camino,
y sus orejas escuchan
perderse el lejano trino:
"¡Ay esperanza que tuve
y alejarse de mí miro!"
La alondra tiene sus alas
y el toro dos cuernos fijos,
la alondra una voz de ángel,
el toro su negro hocico.
La una le habla desde el aire,
la otra con el cuerno hundido;
la de la alondra le llega
tan delgada como un hilo:
"Mientras se espera se vive;
quien no espera no está vivo".
Grande y ronco, desde dentro,
el desengaño le ha dicho:
"Esperar sin esperanza,
Don Sebastián, es perdido.
Más te vale estarte muerto
que estar de la muerte al filo;
la esperanza sólo juega
cuando los deseos son niños.
Muérete, Don Sebastián,
la muerte sólo es lo fijo".
Don Sebastián la cabeza
reclina sobre el olivo.
La jaca lo ve morirse
y lo llama con relinchos.
La Muerte, tan complacida,
aparece por el viso;
como presente de rey,
le trae el último suspiro:
"Cuando en los labios lo tenga
Don Sebastián será mío".
4
Fuera la Sota de Oros
de su palacio y de sí,
por el campo daba gritos:
"Don Sebastián, alhelí,
de mi amor y de mi culpa,
¿cómo estás vivo y sin mí?
Tu joven Sota se muere
porque no te tiene a ti".
Cuando llegó al olivar,
vio una figura gentil,
con la cara de albayalde
y las manos de jazmín.
"Doncella, donde usted vaya,
yo con usted quiero ir".
"Yo no soy yo; soy mi pena,
que es lo que queda de mí".
"Doncella, para su pena
tengo yo un remedio aquí".
De la faltriquera saca
un gran tarro de elixir.
"Tragar no puedo, señora,
que el dolor me traga a mí".
La señora entonces saca
de su regazo un cojín,
bordado con aves verdes
sobre un fondo carmesí.
"Doncella, bajo este olivo
un sueño vais a dormir,
mirando las aceitunas
y escuchando el colibrí.
Os dormiréis de doncella;
despertaréis querubín".
La joven Sota reclina
su cabeza, y, sin sentir,
se duerme y sueña que duerme
un sueño que no halla fin.
El Rey de Bastos ha muerto
a cuatro olivos de allí.