lunes, 26 de enero de 2015

Leopoldo Alas 'Clarín': ¡Adiós, Cordera! (Audiolibro completo) y ejercicios



¡Eran tres, siempre los tres!: Rosa, Pinín y la Cordera. El prao Somonte era un recorte triangular de terciopelo verde tendido, como una colgadura, cuesta abajo por la loma. Uno de sus ángulos, el inferior, lo despuntaba el camino de hierro de Oviedo a Gijón. Un palo del telégrafo, plantado allí como pendón de conquista, con sus jícaras blancas y sus alambres paralelos, a derecha e izquierda, representaba para Rosa y Pinín el ancho mundo desconocido, misterioso, temible, eternamente ignorado. Pinín, después de pensarlo mucho, cuando a fuerza de ver días y días el poste tranquilo, inofensivo, campechano, con ganas, sin duda, de aclimatarse en la aldea y parecerse todo lo posible a un árbol seco, fue atreviéndose con él, llevó la confianza al extremo de abrazarse al leño y trepar hasta cerca de los alambres. Pero nunca llegaba a tocar la porcelana de arriba, que le recordaba las jícaras que había visto en la rectoral de Puao. (Continuar leyendo)

sábado, 24 de enero de 2015

Leon Tolstoi: El pajarito (Cuentos para niños)

(Ilustración de A. Pajómov)
Era el día del santo de Seriozha, y le hicieron muchos regalos: peonzas, caballitos, cromos,…Pero el mejor regalo se lo hizo a Seriozha su tío: una trampa para cazar pájaros. Era una trampa muy ingeniosa: consistía en una red sujeta a un marco de madera, en el que encajaba una tablilla. El marco con la red se levantaba, se echaba alpiste sobre la tablilla, y cuando un pajarito se posaba en ella, la red caía y lo atrapaba. Seriozha se alegró mucho y corrió a enseñar la trampa a su madre. Esta le dijo:
- No me gusta ese juguete. ¿Qué falta pueden hacerte los pájaros? ¿Por qué has de martirizarlos?
- Los meteré en una jaula. Ellos cantarán. Y yo les daré de comer.
Tomó Seriozha un puñado de alpiste, lo esparció en la tablilla y puso la trampa en el jardín. El chico esperaba a que acudieran los pájaros. Pero los pájaros le tenían miedo y no volaban a la trampa. Seriozha se fue a comer y dejó la trampa en el jardín. Después de la comida se acercó, vio que la red había caído y que bajo ella se debatía un pajarito. Muy contento, Seriozha atrapó el pajarito y lo llevó a la casa.
- ¡Mira, mamá, he cazado un pajarito! ¡Seguro que es un ruiseñor! ¡Cómo le late el corazón!
La madre le dijo:
- Es un pardillo. No lo martirices. Lo mejor que podrías hacer es soltarlo.
- No, le daré de comer y de beber.
Seriozha metió el pajarito en la jaula y dos días seguidos le echó alpiste, le puso agua y le limpió la jaula. Pero al tercer día se olvidó de cambiarle el agua. La madre le dijo:
- ¿Ves? Te has olvidado de tu pajarito. Suéltalo.
- No. No me olvidaré más; ahora le cambiaré el agua y le limpiaré la jaula.
Seriozha metió la mano en la jaula para limpiarla, pero el pajarito se asustó y se golpeó contra los alambres. Seriozha limpió la jaula y fue por agua. La madre vio que se había olvidado de cerrar la jaula y le gritó:
- ¡Seriozha, cierra la jaula que el pajarito puede escaparse y se matará!
Antes de que hubiera acabado de decir esto, el pajarito encontró la puerta, se alegró, extendió sus alitas y cruzó volando la habitación hacia la ventana, pero no vio el cristal, se golpeó contra él y cayó sobre el poyo.
Seriozha se acercó corriendo, tomó el pajarito y lo llevó a la jaula. El pajarito estaba vivoi todavía, pero yacía sobre la pechuga, extendidas las alitas, y respiraba fatigosamente. Seriozha lo miró y rompió a llorar.
- ¡Mamá! ¿qué voy a hacer ahora?
- Ahora ya no se puede hacer nada.
Seriozha no se apartó en todo el día de la jaula y miraba todo el tiempo al pajarito, pero este seguía yaciendo sobre la pechuga y repiraba entrecortadamente. Cuando Seriozha se acostó, el pajarito vivía aún. Seriozha estuvo largo rato sin poder dormirse; cada vez que cerraba los ojos se imaginaba al pajarito tendido sobre la pechuga y respirando con dificultad. Por la mañana, cuando Seriozha se acercó a al jaula, vio que el pajarito yacía de espaldas, con las patitas agarrotadas, y estaba ya yerto. Desde entonces, Seriozha no ha vuelto a cazar pajaritos.

domingo, 18 de enero de 2015

Pedro Alonso Morgado: Juan Ramón en Moguer

En estos días he recibido un correo electrónico en el que una persona me dice que conoce el trabajo que publico en Ivoox y me felicita por ello. A continuación, me pide hacer felices a dos de sus tías, hijas de Pedro Alonso Morgado, a quienes les encantaría escuchar en mi voz algunos de los poemas de su padre...
Y en eso esoy ahora. Os dejo aquí un breve poema en el que el poeta sevillano afincado en La Palma del Condado (Huelva) manifiesta su comunión espiritual con Juan Ramón, escritor al que conoció y que lo animó a seguir escribiendo.
Se trata de un escritor de honda raigambre clásica, perfecto conocedor de la técnica poética; el soneto, el romance y las coplas popuales son la estructura en la que sostiene su creación. Hay en su poesía un profundo sentimiento religioso que en muchos momentos nos recuerda a escritores ascético-místicos. Cuando se centra en el romance su palabra se acompaña de arcaísmos y corre por los versos el ritmo del romance más clásico.

Más información
 
Juan Ramón en Moguer
(Recuerdo de una noche estival en 1. 908)

Tú estabas en Moguer. En el arcano
de la noche estival, clara y sonora,
daba luz a mi frente soñadora
la caricia invisible de tu mano.
Yo me asomé al balcón... ¡Tú, tan cercano,
en el misterio de la misma hora;
solo en la misma noche tembladora
de las mismas estrellas, dulce hermano!
Y la brisa me trajo tu mensaje
perfumado del pino y del estero,
- paisaje de ti mismo hecho paisaje -...
¡Y te vi, luminoso y lastimero,
jinete de ilusión, en el celaje
blanco de estrella y de luna de Platero!

sábado, 17 de enero de 2015

Leon Tolstoi: El gatito (cuentos para niños)


(Liev Nikoláievich Tolstói; Yasnaia Poliana, 1828 - Astapovo, 1910) Escritor y ruso. Hijo del noble propietario y de la acaudalada princesa María Volkonski, Tolstói viviría siempre escindido entre esos dos espacios simbólicos que son la gran urbe y el campo, pues si el primero representaba para él el deleite, el derroche y el lujo de quienes ambicionaban brillar en sociedad, el segundo, por el que sintió devoción, era el lugar del laborioso alumbramiento de sus preclaros sueños literarios. (Seguir leyendo)
Eran dos hermanitos, niño y niña, llamados Vasia y Katia. Ellos tenían una gata. Al llegar la primavera, la gata desapareció. Los niños la buscaron por todas partes, pero no lograron encontrarla. Una buena mañana, los chicos estaban jugando cerca del granero y oyeron sobre sus cabezas unos maullidos muy finos. Vasia subió la escalera al techo del granero. Katia le preguntaba sin cesar desde abajo:
- "La has encontrado? ¿La has encontrado?"
Vasia no le respondía.
Pero, por fin, gritó: -¡La encontré! Es nuestra gata...Tiene gatitos. Son preciosos. ¡Sube enseguida!
(Ilustración de A. Pajómov)

Katia fue a casa en una corrida, tomó un platillo de leche y llevó a la gata. Los gatitos eran cinco. Cuando crecieron un poco y salían ya debajo del ángulo del techo en que habían nacido, los chicos eligieron a uno de ellos, pardo con calzas blancas, y lo llevaron a casa. La madre repartió entre las vecinas los demás gatitos y consistió que los chicos se quedaran con el gatito pardo. Los niños le daban de comer, jugaban con él y, cuando se acostaban, lo subían a la cama. El viento arrastraba la paja que había en el camino, el gatito jugaba con ella, y los chicos lo contemplaban muy regocijados.Luego encontraron cerca del camino acederas, se pusieron a recogerlas y se olvidaron del gatito. De pronto oyeron que alguien gritaba muy fuerte:
- "¡Atrás, atrás!" y vieron que se acercaba al galope un cazador precedido por dos perros , que habían visto al gatito y querían atraparlo. Pero el tontuelo del gatito, en vez de escapar, se agazapó, arqueó el lomo y se puso a mirar a los perros. Katia se asustó de los canes y, dando un grito, se alejó corriendo. Pero Vasia se lanzó a correr hacia el gatito y llegó a donde se había agazapado al mismo tiempo que los perros. Estos querían atrapar al gatito, pero Vasia se echó sobre él y lo tapó con su cuerpo. Llegó al galope el cazador y espantó a los perros. Vasia llevó el gatito a casa y no volvió a sacarlo al campo.