sábado, 24 de enero de 2015

Leon Tolstoi: El pajarito (Cuentos para niños)

(Ilustración de A. Pajómov)
Era el día del santo de Seriozha, y le hicieron muchos regalos: peonzas, caballitos, cromos,…Pero el mejor regalo se lo hizo a Seriozha su tío: una trampa para cazar pájaros. Era una trampa muy ingeniosa: consistía en una red sujeta a un marco de madera, en el que encajaba una tablilla. El marco con la red se levantaba, se echaba alpiste sobre la tablilla, y cuando un pajarito se posaba en ella, la red caía y lo atrapaba. Seriozha se alegró mucho y corrió a enseñar la trampa a su madre. Esta le dijo:
- No me gusta ese juguete. ¿Qué falta pueden hacerte los pájaros? ¿Por qué has de martirizarlos?
- Los meteré en una jaula. Ellos cantarán. Y yo les daré de comer.
Tomó Seriozha un puñado de alpiste, lo esparció en la tablilla y puso la trampa en el jardín. El chico esperaba a que acudieran los pájaros. Pero los pájaros le tenían miedo y no volaban a la trampa. Seriozha se fue a comer y dejó la trampa en el jardín. Después de la comida se acercó, vio que la red había caído y que bajo ella se debatía un pajarito. Muy contento, Seriozha atrapó el pajarito y lo llevó a la casa.
- ¡Mira, mamá, he cazado un pajarito! ¡Seguro que es un ruiseñor! ¡Cómo le late el corazón!
La madre le dijo:
- Es un pardillo. No lo martirices. Lo mejor que podrías hacer es soltarlo.
- No, le daré de comer y de beber.
Seriozha metió el pajarito en la jaula y dos días seguidos le echó alpiste, le puso agua y le limpió la jaula. Pero al tercer día se olvidó de cambiarle el agua. La madre le dijo:
- ¿Ves? Te has olvidado de tu pajarito. Suéltalo.
- No. No me olvidaré más; ahora le cambiaré el agua y le limpiaré la jaula.
Seriozha metió la mano en la jaula para limpiarla, pero el pajarito se asustó y se golpeó contra los alambres. Seriozha limpió la jaula y fue por agua. La madre vio que se había olvidado de cerrar la jaula y le gritó:
- ¡Seriozha, cierra la jaula que el pajarito puede escaparse y se matará!
Antes de que hubiera acabado de decir esto, el pajarito encontró la puerta, se alegró, extendió sus alitas y cruzó volando la habitación hacia la ventana, pero no vio el cristal, se golpeó contra él y cayó sobre el poyo.
Seriozha se acercó corriendo, tomó el pajarito y lo llevó a la jaula. El pajarito estaba vivoi todavía, pero yacía sobre la pechuga, extendidas las alitas, y respiraba fatigosamente. Seriozha lo miró y rompió a llorar.
- ¡Mamá! ¿qué voy a hacer ahora?
- Ahora ya no se puede hacer nada.
Seriozha no se apartó en todo el día de la jaula y miraba todo el tiempo al pajarito, pero este seguía yaciendo sobre la pechuga y repiraba entrecortadamente. Cuando Seriozha se acostó, el pajarito vivía aún. Seriozha estuvo largo rato sin poder dormirse; cada vez que cerraba los ojos se imaginaba al pajarito tendido sobre la pechuga y respirando con dificultad. Por la mañana, cuando Seriozha se acercó a al jaula, vio que el pajarito yacía de espaldas, con las patitas agarrotadas, y estaba ya yerto. Desde entonces, Seriozha no ha vuelto a cazar pajaritos.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

q sad

Orlando Barreto Guillén dijo...

Es de mucho provecho la difusión de la literatura infantil. Sus beneficios son múltiples: imaginación, creatividad, inteligencia, pensamiento, lenguaje, disfrute, valores éticos, etc.

Orlando Barreto Guillén dijo...

Felicito la difusión de la literatura infantil. Son muchos sus beneficios para la imaginación de los niños, su cultura, el mejoramiento de la lengua y del pensamiento, etc.

Orlando Barreto Guillén dijo...

Felicito la difusión de la literatura infantil y sus beneficios: imaginación, cultura, diversión, mejoramiento de la lengua y del pensamiento, etc.

Unknown dijo...

Me cautivó la narración, muy agradable. Un texto que no conocía pero me llevó a seguir escuchándolo. Gracias por este buen recurso.