domingo, 20 de junio de 2010

José A. Muñoz Rojas: Retrato de don Antonio

Cuántas veces hemos contemplado este retrato de Machado; y en él solo hemos visto a un hombre ya cansado por el peso de los años. José A. Muñoz Rojas es capaz de darle alma a la fotografía e imaginar todo un universo de sensaciones y de vida detrás del blanco y negro.




RETRATO DE DON ANTONIO
Este hombre que se sienta con las manos
sobre el bastón, el bastón entre las piernas,
el sombrero calado, este hombre
con los ojuelos medio entornados,
mirando más allá, más acá, no mirando, este hombre.
Este hombre que no tuvo tiempo o gusto
para hacerse el nudo de la corbata,
con las grandes manos sobre el bastón,
en la mesa del café,
qué día, de qué año, en qué ciudad española,
con su traje de un paño más bien grueso, y los labios,
¡ah!, los labios de este hombre que se cierran, dicen
una sola palabra que no dicen,
dicen una vida que se encierra en una palabra,
muchas vidas que se encierran en una palabra.
Este hombre que ha llegado
hace sólo un ratito,
y se pasa la vida esperando en la mesa del café a que alguien llegue,
como se pasa todo el mundo la vida esperando.
No vendrá nadie a sentarse al otro lado del tablero de mármol,
y las manos seguirán sobre el bastón y el hombre
esperará inútilmente sin despegar los labios.
Sabe lo que sabe y lo que no sabe,
dos certidumbres: la una en los labios,
los ojos ven la otra, el corazón la siente.
Agarrada a los labios la sed que no calmará agua ninguna.
Tal vez el aire que viene de un recuerdo
una vez;
tal vez los ojos han visto algo
una vez;
la mano ha sentido otra mano
una vez;
ha palpado en la sombra
una vez;
¡oh memoria!, una vez
tuvieron en su mano la llave;
una vez,
fue a abrir la cancela;
soñó desde unos brazos,
una vez.
Y se quedó quieto.

1 comentario:

Eloísa dijo...

Con tanto tiempo muerto en el hospital he leído a Muñoz Rojas. Encontré una antología en casa –no la recordaba, ni siquiera sé cómo llegó allí- y me la llevé. Me ha gustado mucho y hay dos cosas que me han sorprendido: la primera es su Rosa, siempre presente en su poesía, en presencia -en segunda persona- o en ausencia -ella-. Y la segunda es que da la impresión de que el poeta mantiene una lucha con el lenguaje, con la poesía, se percibe el proceso de la creación poética en algunos de los poemas… como un parto, y no es fácil.
Luego recordé que conocía este poema sobre Machado y uno que me encanta “Tu oficio, poeta…” que está en Ivoox.
Gracias siempre.