viernes, 5 de octubre de 2012

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Desde 1994 se viene celebrando el Día Mundial de los docentes el 5 de octubre, a instancias de la UNESCO. Se trata de hacer un homenaje a los profesores, pero también de llamar la atención sobre su situación y sus condiciones laborales, algo que en estos tiempos que corren cobra un gran protagonismo. 
Los profesores, y los funcionarios en general, hemos retrocedido en poder adquisitivo en casi una década. Los niveles de exigencia y profesionalidad no han descendido un ápice; muy al contrario, cada día es mayor la presión profesional y social. Pero para qué decir más obviedades. Por encima de todo hay algo que está claro. Es una tarea apasionante, a veces descorazonadora, y siempre un reto. Me encanta ser profesor. Por eso, me gusta leer las palabras que un día salieron de la pluma de Gabriel Celaya.


Educar es lo mismo
que poner un motor a una barca
hay que medir, pesar, equilibrar...
... y poner todo en marcha.

Pero para eso,
uno tiene que llevar en el alma
un poco de marino, un poco de pirata...
un poco de poeta...
y un kilo y medio de paciencia concentrada.

Pero es consolador soñar mientras uno trabaja,
que esa barca, ese niño,
irá muy lejos por el agua.

Soñar que ese navío
llevará nuestra carga de palabras
hacia pueblos distantes, hacia islas lejanas.
Soñar que cuando un día
esté durmiendo nuestra propia barca,
en barcos nuevos seguirá nuestra bandera enarbolada. 

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