lunes, 22 de noviembre de 2010

Aprender a decir no

¡Qué importante es que aprendamos a decir no a nuestros hijos! Creo firmemente que ellos mismos nos lo están demandando; a veces nos lo suplican. En una sociedad en la que casi todo vale, en la que casi todo está permitido, los niños no ven con claridad cuál es el camino que deben seguir.
Las acciones tienen consecuencias; las buenas (llámense esfuerzo, dedicación, trabajo) nos van a beneficiar porque nos reportarán buenos resultados y satisfacciones, reconocimiento. Por eso, las que no lo son (la molicie, la falta de respeto a los demás y la desidia) deben ser recriminadas y no consentidas. Me estoy refiriendo tanto al ámbito familiar como al ámbito escolar. Los jóvenes deben percibir que la escuela y los padres van en la misma dirección, porque pretenden conseguir lo mejor de ellos.
La formación nos hará mejores. Las carretas vacías, como se podía comprobar en aquel cuento tradicional, las seseras huecas, las cabezas que lo único que llevan son los pelos, al final solo producirán ruido, porque no serán capaces de defender sus posturas más que a voz en grito (podéis comprobarlo en ciertos programas de televisión).
Iñaki Gabilondo hace una reflexión muy acertada sobre ello.



2 comentarios:

Pascual Herrera dijo...

Nada que añadir. Comparto el enlace en facebook y en twitter.

Virginia dijo...

¡Cuánta razón tienes y qué cuento más apropiado para ilustrar tu argumento! La reflexión de Gabilondo es igual de espléndida. El no poner límites a los críos nos está llevando a situaciones que en muchos casos son ya insostenibles: críos y adolescentes egoístas, tiranos, irresponsables, vagos, con incapacidad de soportar la más mínima frustración y caprichosos que no tienen más que mover un dedo para obtener lo que quieren. Y los grandes culpables son, a mi entender, los padres. Como sigamos así, no sé en qué va a acabar todo esto. Pensar que los jóvenes de hoy en día son el futuro me pone los pelos de punta. Menos mal que todavía hay muchos que se salvan.

Un saludo