Un niño mira llover tras un cristal mientras anochece desde su cuarto confortable. Ha llegado del colegio y decide leer e imaginar sus fantasías; las horas pasan sin importarle, él está solo. Vive en el mundo de la infancia donde aún no hay experiencias determinantes, no hay anhelos ni envidias, pero tiene la vida al acecho, es decir, las preocupaciones y los problemas que tendrá esperándole en el futuro.
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