jueves, 27 de noviembre de 2025

Miguel Hernández: Primera lamentación de la carne

Miguel daba mucha importancia al Dios del catolicismo. En su primera etapa, Miguel se sentía impuro, pecador y alejado de Dios por no ser capaz de resistirse a la tentación de los cuerpos. Esta obsesión que le tortura se ve reflejada en este poema bastante sombrío. Todo el poema está escrito sobre una frase simbólica de gran finura, mezclada con términos anatómicos rudos, metaforizados a veces. La llegada de la primavera, empujada por el potente sol, inquieta al poeta, que emplea sus más sutiles armas simbólicas para detenerla. El ruego a la muerte, simbolizada en la flor del almendro, será su único recurso.


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