En este poema, Cernuda resalta a un Góngora envejecido pero lúcido, que vive en la pobreza, intentando ocultar su miseria y que decide trasladarse a Córdoba para acabar allí su vida.
Describe la frustración que siente el poeta al ver que, aun manteniendo la calidad de sus letras, personajes que lo merecen menos gozan del favor que él no recibe. El autor cuenta cómo personajes destacados como Menéndez y Pelayo decretaron que Góngora jamás sería considerado un gran poeta.
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