El hombre y la mujer pasan la última noche juntos de la manera más común y corriente que se pueda imaginar. Se ocupan de sus asuntos como de costumbre y, si bien no es la respuesta típica a la pregunta "¿Qué harías si tuvieras solo una noche más?", la manera de escribir de Bradbury hace que parezca que es la única buena opción. La forma en que pasan la última noche juntos despoja a la muerte de su factor de miedo. El matrimonio cumple su destino con gracia y valentía, dos rasgos admirables teniendo en cuenta la situación.
Curiosamente, los niños apenas están incluidos en sus planes. No quieren molestarlos contándoles, pero esto hace que el lector se pregunte si los niños también han tenido sueños siniestros.
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